Hoy Sábado tuvimos un día dedicado al ayuno y a la oración. Hemos comprendido nuestra necesidad de clamar al Señor por un avivamiento en nuestras propias vidas primeramente y después en nuestra propia iglesia. El motivo de nuestro clamor es que el Señor use nuestras vidas para alcanzar a las almas muertas en delitos y pecados con el poder del evangelio.
Hemos llegado a comprender que la salvación de un pecador es un milagro que solo Dios puede realizar y no algo que el evangelista puede hacer usando ciertos trucos de manipulación. Hemos sido culpables de abrazar una enseñanza completamente falsa y antibíblica respecto a la regeneración del pecador. Se nos ha venido enseñando que lo único que se necesita para que un pecador pueda ser salvo es que haga una pequeña oración después de haberle presentado las cuatro leyes espirituales. Este método defectuoso de presentar el evangelio, ha sido el responsable de crear más falsos convertidos que cualquier otro método inventado por Satanás mismo.
Una de las importantes verdades bíblicas que ha menudo es pasada por alto en los talleres de evangelismo modernos, es que el predicador o evangelista se encuentra en la misma situación que se encontraba el profeta Ezequiel cuando le fue ordenado que profetizara a los huesos secos. Ezequiel sabía muy bien que de no ser por una directa intervención del Espíritu de Dios, los huesos seguirían siendo secos y sin vida. Pero lo que veía Ezequiel no lo hacía desistir, pues sabía que no era él el encargado de impartir vida, sino Dios mismo.
Pero hoy, tal parece que hemos olvidado esta importante enseñanza bíblica sobre la regeneración del pecador. Cristo dijo muy claramente: “El Espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado, son espíritu y son vida” (Juan 6:63). Lamentablemente en muchos círculos evangélicos se enfatiza la importancia de la música, de las luces de colores, del humo, de las charlas de 15 minutos, de las condiciones del clima, etc. etc., para atraer a los pecadores. Esto es tan ridículo como llevar una banda de música a un cementerio y hacer creer que tocando de la mejor manera posible los muertos van a resucitar. ¡Increíble! Pero esto es precisamente lo que la mayoría de los líderes evangélicos nos dicen que es necesario hacer para atraer a los pecadores y lograr convertidos.
La verdad es que solo el Espíritu Santo puede dar vida espiritual donde solo hay muerte. Solo el Espíritu de Dios puede dar vida a los huesos secos, a los cadáveres espirituales. Lamentablemente hemos apelado a los recursos mundanos porque en nuestra impotencia y falta de poder espiritual, hemos intentado crear convertidos por medio de nuestros propios esfuerzos. Ninguna persona en la historia de la iglesia ha manifestado tan claramente esta enseñanza antibíblica como lo hizo Charles G. Finney. Finney enseñaba que el avivamiento espiritual no es algo sobrenatural que solo Dios puede hacer, sino el uso correcto de los medios que tenemos a nuestra disposición.
Esta falsa enseñanza se ha extendido como un cáncer en el mundo evangélico de la actualidad. Y la vemos claramente ejemplificada en las enseñanzas de personas como Joel Osteen, Rick Warren y muchos más. Creer que la regeneración de un pecador viene como resultado de usar ciertas técnicas astutas y manipuladoras, es hacer afrenta al evangelio que es “poder de Dios para salvación a todo aquel que cree”. Es afrentar a los apóstoles quienes sufrieron y muchos tuvieron que dar sus propias vidas por predicar el evangelio a un mundo perdido que todavía sigue siendo enemigo de la cruz de Cristo.
La medicina para esa enfermedad del alma es el ayuno, la oración y la Palabra de Dios. Es el quebrantamiento y crucifixión de nuestro propio yo. Es el presentar nuestros cuerpos “como un sacrificio vivo” en el altar del sometimiento. Esto es lo que nosotros haremos si el Señor lo permite.
Hemos llegado a comprender que la salvación de un pecador es un milagro que solo Dios puede realizar y no algo que el evangelista puede hacer usando ciertos trucos de manipulación. Hemos sido culpables de abrazar una enseñanza completamente falsa y antibíblica respecto a la regeneración del pecador. Se nos ha venido enseñando que lo único que se necesita para que un pecador pueda ser salvo es que haga una pequeña oración después de haberle presentado las cuatro leyes espirituales. Este método defectuoso de presentar el evangelio, ha sido el responsable de crear más falsos convertidos que cualquier otro método inventado por Satanás mismo.
Una de las importantes verdades bíblicas que ha menudo es pasada por alto en los talleres de evangelismo modernos, es que el predicador o evangelista se encuentra en la misma situación que se encontraba el profeta Ezequiel cuando le fue ordenado que profetizara a los huesos secos. Ezequiel sabía muy bien que de no ser por una directa intervención del Espíritu de Dios, los huesos seguirían siendo secos y sin vida. Pero lo que veía Ezequiel no lo hacía desistir, pues sabía que no era él el encargado de impartir vida, sino Dios mismo.
Pero hoy, tal parece que hemos olvidado esta importante enseñanza bíblica sobre la regeneración del pecador. Cristo dijo muy claramente: “El Espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado, son espíritu y son vida” (Juan 6:63). Lamentablemente en muchos círculos evangélicos se enfatiza la importancia de la música, de las luces de colores, del humo, de las charlas de 15 minutos, de las condiciones del clima, etc. etc., para atraer a los pecadores. Esto es tan ridículo como llevar una banda de música a un cementerio y hacer creer que tocando de la mejor manera posible los muertos van a resucitar. ¡Increíble! Pero esto es precisamente lo que la mayoría de los líderes evangélicos nos dicen que es necesario hacer para atraer a los pecadores y lograr convertidos.
La verdad es que solo el Espíritu Santo puede dar vida espiritual donde solo hay muerte. Solo el Espíritu de Dios puede dar vida a los huesos secos, a los cadáveres espirituales. Lamentablemente hemos apelado a los recursos mundanos porque en nuestra impotencia y falta de poder espiritual, hemos intentado crear convertidos por medio de nuestros propios esfuerzos. Ninguna persona en la historia de la iglesia ha manifestado tan claramente esta enseñanza antibíblica como lo hizo Charles G. Finney. Finney enseñaba que el avivamiento espiritual no es algo sobrenatural que solo Dios puede hacer, sino el uso correcto de los medios que tenemos a nuestra disposición.
Esta falsa enseñanza se ha extendido como un cáncer en el mundo evangélico de la actualidad. Y la vemos claramente ejemplificada en las enseñanzas de personas como Joel Osteen, Rick Warren y muchos más. Creer que la regeneración de un pecador viene como resultado de usar ciertas técnicas astutas y manipuladoras, es hacer afrenta al evangelio que es “poder de Dios para salvación a todo aquel que cree”. Es afrentar a los apóstoles quienes sufrieron y muchos tuvieron que dar sus propias vidas por predicar el evangelio a un mundo perdido que todavía sigue siendo enemigo de la cruz de Cristo.
La medicina para esa enfermedad del alma es el ayuno, la oración y la Palabra de Dios. Es el quebrantamiento y crucifixión de nuestro propio yo. Es el presentar nuestros cuerpos “como un sacrificio vivo” en el altar del sometimiento. Esto es lo que nosotros haremos si el Señor lo permite.
Daviel D’Paz
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