Los libros han sido desde tiempos pasados la mejor fuente de conocimiento e información. Los libros siempre han sido valorados como un preciado tesoro por todos aquellos que reconocen su importancia y valor. Aún el inspirado apóstol Pablo le hizo un encargo a Timoteo bastante interesante con las siguientes palabras:
“Trae, cuando vengas, el capote que deje en Troas en casa de Carpo, y los libros, principalmente los pergaminos” (2 Timoteo 4:13).
Si el apóstol Pablo quien era inspirado directamente por el Espíritu Santo tenia necesidad de alimentar su mente leyendo “libros” ¿Acaso nosotros somos más inspirados que él que ya no tenemos necesidad de los libros? Lamentablemente esta es la triste mentalidad de muchos cristianos en la actualidad. Creen que lo único que necesitan leer es su Biblia y que los libros son una verdadera pérdida de tiempo. Pero el apóstol Pablo no lo pensaba así. Por esa razón Pablo fue un verdadero gigante intelectual.
Hoy, existe una tendencia a minimizar y hasta ignorar todo lo que tenga que ver con el conocimiento. Se piensa que lo único que vale es la revelación espiritual que el cristiano pueda recibir directamente del Espíritu Santo, así como Pablo la recibía. Pero aún el apóstol Pablo tenía necesidad de leer libros. Esta pobre mentalidad anti-intelectual le ha causado serios problemas a las iglesias evangélicas actuales pues lo único que generan son cristianos que no conocen ni lo que creen mucho menos el porqué lo creen. Y cuando se les amonesta a que estudien, su argumento –que parece muy piadoso y bíblico- es el siguiente: “La Biblia dice que la letra mata, pero el Espíritu vivifica”. Y de esa manera, excusan su negligencia y pereza personal tomando un texto totalmente fuera de contexto.
Todos los grandes cristianos han sido grandes lectores de libros. Y esto no es de sorprendernos puesto que no existe otra manera de adquirir conocimiento. Muchos se imaginan que el Espíritu Santo va a darles conocimiento sin que ellos tengan que estudiar arduamente. Se imaginan que lo único que se necesita es “orar en lenguas” y que el Espíritu Santo se va a encargar de hacer el resto. Aun más, estos mismos cristianos ven con sospecha a todos los que enfatizamos la importancia de la lectura y del conocimiento, llegando incluso a tildarnos de “racionalistas” y de personas que no creemos en el Espíritu Santo. Esto por supuesto es altamente ridículo. Pero ese es el resultado de una tendencia que ha invadido a las iglesias evangélicas y que se ha convertido ahora en el estándar de lo que es la verdadera espiritualidad.
Pero esto solo demuestra lo mucho que nos hemos alejado de la forma de pensar del apóstol Pablo, de los Reformadores y de líderes espirituales de la talla de Spurgeon. Hablando sobre la importancia de los libros, Spurgeon dijo lo siguiente:
“¿Que corresponde hacer a los ministros que cuentan con escasos útiles para trabajar? Aquí me refiero a los que pueden disponer de pocos libros, y carecen de recursos suficientes para comprar mayor número. Este es un mal que debe siempre evitarse, y las iglesias por lo mismo, están estrictamente obligadas a cuidar de que no exista jamás. Hasta donde a ellas les sea posible, les incumbe el deber de proporcionar a su ministro no solo el alimento material, para conservarle la vida y vigor del cuerpo, sino también el espiritual a fin de que su alma no muera de languidez. Una buena biblioteca debe considerarse como una parte íntegra e indispensable del mobiliario eclesiástico...Las personas de buen juicio no esperan que un jardín les produzca buenas plantas de año en año, a menos que abonen el terreno; no esperan que una locomotora funcione sin combustible, ni que un buey o un asno trabajen sin alimento: pues que tampoco esperen recibir sermones instructivos de parte de hombres privados de adquirir buenos conocimientos por su imposibilidad de comprar libros” (Charles Spurgeon, “Discursos a mis estudiantes”, p. 317,319, Casa Bautista de Publicaciones, 2004).
Nadie puede acusar a Spurgeon de alguien que se oponía a la obra del Espíritu Santo y, sin embargo, su énfasis en la lectura de buenos libros permea casi todos sus sermones. Es debido a este importante aspecto en el ministerio cristiano que hemos decidido comenzar un nuevo servicio por medio del Internet para proveer toda la cantidad que más podamos de libros nuevos y usados. Nuestro deseo es proveer libros de sana doctrina en inglés y español que ya no se imprimen o que ya no se encuentran disponibles en las librerías cristianas.
Hemos alojado nuestra librería en el sitio de http://www.amazon.com/ y todos los que deseen adquirir algún libro que les sea de interés, pueden hacerlo usando el servicio que ofrece amazon, el cual es muy serio y sumamente eficiente. Es importante aclarar que, aunque nuestro deseo es mantener los precios tan bajo como nos sea posible, amazon tiene ciertos parámetros que deben ser observados y por lo tanto, algunos libros estarán muy por debajo de su precio normal, pero otros serán más altos. Les invito a que visiten el inventario que tenemos disponible en nuestro sitio Web o en el sitio de amazon.com:
“Trae, cuando vengas, el capote que deje en Troas en casa de Carpo, y los libros, principalmente los pergaminos” (2 Timoteo 4:13).
Si el apóstol Pablo quien era inspirado directamente por el Espíritu Santo tenia necesidad de alimentar su mente leyendo “libros” ¿Acaso nosotros somos más inspirados que él que ya no tenemos necesidad de los libros? Lamentablemente esta es la triste mentalidad de muchos cristianos en la actualidad. Creen que lo único que necesitan leer es su Biblia y que los libros son una verdadera pérdida de tiempo. Pero el apóstol Pablo no lo pensaba así. Por esa razón Pablo fue un verdadero gigante intelectual.
Hoy, existe una tendencia a minimizar y hasta ignorar todo lo que tenga que ver con el conocimiento. Se piensa que lo único que vale es la revelación espiritual que el cristiano pueda recibir directamente del Espíritu Santo, así como Pablo la recibía. Pero aún el apóstol Pablo tenía necesidad de leer libros. Esta pobre mentalidad anti-intelectual le ha causado serios problemas a las iglesias evangélicas actuales pues lo único que generan son cristianos que no conocen ni lo que creen mucho menos el porqué lo creen. Y cuando se les amonesta a que estudien, su argumento –que parece muy piadoso y bíblico- es el siguiente: “La Biblia dice que la letra mata, pero el Espíritu vivifica”. Y de esa manera, excusan su negligencia y pereza personal tomando un texto totalmente fuera de contexto.
Todos los grandes cristianos han sido grandes lectores de libros. Y esto no es de sorprendernos puesto que no existe otra manera de adquirir conocimiento. Muchos se imaginan que el Espíritu Santo va a darles conocimiento sin que ellos tengan que estudiar arduamente. Se imaginan que lo único que se necesita es “orar en lenguas” y que el Espíritu Santo se va a encargar de hacer el resto. Aun más, estos mismos cristianos ven con sospecha a todos los que enfatizamos la importancia de la lectura y del conocimiento, llegando incluso a tildarnos de “racionalistas” y de personas que no creemos en el Espíritu Santo. Esto por supuesto es altamente ridículo. Pero ese es el resultado de una tendencia que ha invadido a las iglesias evangélicas y que se ha convertido ahora en el estándar de lo que es la verdadera espiritualidad.
Pero esto solo demuestra lo mucho que nos hemos alejado de la forma de pensar del apóstol Pablo, de los Reformadores y de líderes espirituales de la talla de Spurgeon. Hablando sobre la importancia de los libros, Spurgeon dijo lo siguiente:
“¿Que corresponde hacer a los ministros que cuentan con escasos útiles para trabajar? Aquí me refiero a los que pueden disponer de pocos libros, y carecen de recursos suficientes para comprar mayor número. Este es un mal que debe siempre evitarse, y las iglesias por lo mismo, están estrictamente obligadas a cuidar de que no exista jamás. Hasta donde a ellas les sea posible, les incumbe el deber de proporcionar a su ministro no solo el alimento material, para conservarle la vida y vigor del cuerpo, sino también el espiritual a fin de que su alma no muera de languidez. Una buena biblioteca debe considerarse como una parte íntegra e indispensable del mobiliario eclesiástico...Las personas de buen juicio no esperan que un jardín les produzca buenas plantas de año en año, a menos que abonen el terreno; no esperan que una locomotora funcione sin combustible, ni que un buey o un asno trabajen sin alimento: pues que tampoco esperen recibir sermones instructivos de parte de hombres privados de adquirir buenos conocimientos por su imposibilidad de comprar libros” (Charles Spurgeon, “Discursos a mis estudiantes”, p. 317,319, Casa Bautista de Publicaciones, 2004).
Nadie puede acusar a Spurgeon de alguien que se oponía a la obra del Espíritu Santo y, sin embargo, su énfasis en la lectura de buenos libros permea casi todos sus sermones. Es debido a este importante aspecto en el ministerio cristiano que hemos decidido comenzar un nuevo servicio por medio del Internet para proveer toda la cantidad que más podamos de libros nuevos y usados. Nuestro deseo es proveer libros de sana doctrina en inglés y español que ya no se imprimen o que ya no se encuentran disponibles en las librerías cristianas.
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http://www.reforma2.org/nuestra_libreria_online.html
Daviel D’Paz
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