Una de las preciosas verdades bíblicas que ha dado consuelo a millones de creyentes en medio de las más terribles dificultades, ha sido la enseñanza de la soberanía de Dios. Esta enseñanza ha traído consuelo a un incontable número de cristianos quienes han sido perseguidos y hasta asesinados por la causa de Cristo. Cada uno de esos mártires cristianos estuvieron dispuestos a enfrentarse a la muerte misma, pues sabían que Dios todavía se encuentra en control de todas las cosas y de sus circunstancias en particular.
El cristianismo primitivo y de los reformadores definitivamente NO ES EL MISMO de muchos evangélicos de la actualidad. El cristianismo de hoy es generalmente una pobre imitación de lo que es el cristianismo bíblico, especialmente en lo que respecta a la enseñanza de la soberanía de Dios. ¿Por qué razón los reformadores se mantuvieron desafiando a la impresionante autoridad del Papa aún cuando ellos sabían que eso podía costarles la vida? ¿Por qué razón se mantuvieron luchando en contra de la corriente aún cuando a juzgar por las apariencias, se veía que estaban involucrados en una batalla perdida? La respuesta es porque ellos creían con todo su corazón en la soberanía de Dios. Ellos sabían que aún cuando sus esfuerzos parecían inútiles y destinados al fracaso, Dios quien es el que se encuentra en control de todas las cosas, finalmente haría que esos esfuerzos produjeran el fruto que El se había propuesto que produjeran.
Esta verdad la vemos claramente establecida a través de todas las páginas de las Escrituras. Por ejemplo, ¿Cómo pudo José evitar el resentimiento y amargura hacia sus propios hermanos aún cuando ellos eran los culpables por todo lo que a él le había sucedido? Debido a que José había comprendido la soberanía de Dios y sabía que Dios se encontraba obrando para bien, aún en medio de sus terribles circunstancias y aún usando hasta las malas intenciones de sus hermanos.
Esto lo podemos ver claramente en las palabras que José les dijo a sus hermanos después que Jacob había muerto y ellos tenían temor de que José ahora se pudiera vengar de todo el mal que le habían hecho:
“Viendo los hermanos de José que su padre era muerto, dijeron: Quizá nos aborrecerá José, y nos dará el pago de todo el mal que le hicimos. Y enviaron a decir a José: Tu padre mandó antes de su muerte, diciendo: Así diréis a José: Te ruego que perdones ahora la maldad de tus hermanos y su pecado, porque mal te trataron; por tanto, ahora te rogamos que perdones la maldad de los siervos del Dios de tu padre. Y José lloró mientras hablaban. Vinieron también sus hermanos y se postraron delante de él, y dijeron: Henos aquí por siervos tuyos. Y les respondió José: No temáis; ¿acaso estoy yo en lugar de Dios? Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo”. (Gen 50:15-20).
¿Cómo pudo Job evitar el maldecir a Dios o permitir el resentimiento y amargura en su alma después de perderlo todo? ¿Por qué razón él se mantuvo confiando en Dios aún cuando fue acusado por sus mismos amigos y su propia esposa lo presionaba para que maldijera a Dios? Porque Job había comprendido muy bien la soberanía de Dios. Estas son sus palabras:
“Entonces Job se levantó, y rasgó su manto, y rasuró su cabeza, y se postró en tierra y adoró, y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito. En todo esto no pecó Job, ni atribuyó a Dios despropósito alguno….Y tomaba Job un tiesto para rascarse con él, y estaba sentado en medio de ceniza. Entonces le dijo su mujer: ¿Aún retienes tu integridad? Maldice a Dios, y muérete. Y él le dijo: Como suele hablar cualquiera de las mujeres fatuas, has hablado. ¿Qué? ¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos? En todo esto no pecó Job con sus labios” (Job 1:20-22; 2:8-10).
El cristianismo primitivo y de los reformadores definitivamente NO ES EL MISMO de muchos evangélicos de la actualidad. El cristianismo de hoy es generalmente una pobre imitación de lo que es el cristianismo bíblico, especialmente en lo que respecta a la enseñanza de la soberanía de Dios. ¿Por qué razón los reformadores se mantuvieron desafiando a la impresionante autoridad del Papa aún cuando ellos sabían que eso podía costarles la vida? ¿Por qué razón se mantuvieron luchando en contra de la corriente aún cuando a juzgar por las apariencias, se veía que estaban involucrados en una batalla perdida? La respuesta es porque ellos creían con todo su corazón en la soberanía de Dios. Ellos sabían que aún cuando sus esfuerzos parecían inútiles y destinados al fracaso, Dios quien es el que se encuentra en control de todas las cosas, finalmente haría que esos esfuerzos produjeran el fruto que El se había propuesto que produjeran.
Esta verdad la vemos claramente establecida a través de todas las páginas de las Escrituras. Por ejemplo, ¿Cómo pudo José evitar el resentimiento y amargura hacia sus propios hermanos aún cuando ellos eran los culpables por todo lo que a él le había sucedido? Debido a que José había comprendido la soberanía de Dios y sabía que Dios se encontraba obrando para bien, aún en medio de sus terribles circunstancias y aún usando hasta las malas intenciones de sus hermanos.
Esto lo podemos ver claramente en las palabras que José les dijo a sus hermanos después que Jacob había muerto y ellos tenían temor de que José ahora se pudiera vengar de todo el mal que le habían hecho:
“Viendo los hermanos de José que su padre era muerto, dijeron: Quizá nos aborrecerá José, y nos dará el pago de todo el mal que le hicimos. Y enviaron a decir a José: Tu padre mandó antes de su muerte, diciendo: Así diréis a José: Te ruego que perdones ahora la maldad de tus hermanos y su pecado, porque mal te trataron; por tanto, ahora te rogamos que perdones la maldad de los siervos del Dios de tu padre. Y José lloró mientras hablaban. Vinieron también sus hermanos y se postraron delante de él, y dijeron: Henos aquí por siervos tuyos. Y les respondió José: No temáis; ¿acaso estoy yo en lugar de Dios? Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo”. (Gen 50:15-20).
¿Cómo pudo Job evitar el maldecir a Dios o permitir el resentimiento y amargura en su alma después de perderlo todo? ¿Por qué razón él se mantuvo confiando en Dios aún cuando fue acusado por sus mismos amigos y su propia esposa lo presionaba para que maldijera a Dios? Porque Job había comprendido muy bien la soberanía de Dios. Estas son sus palabras:
“Entonces Job se levantó, y rasgó su manto, y rasuró su cabeza, y se postró en tierra y adoró, y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito. En todo esto no pecó Job, ni atribuyó a Dios despropósito alguno….Y tomaba Job un tiesto para rascarse con él, y estaba sentado en medio de ceniza. Entonces le dijo su mujer: ¿Aún retienes tu integridad? Maldice a Dios, y muérete. Y él le dijo: Como suele hablar cualquiera de las mujeres fatuas, has hablado. ¿Qué? ¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos? En todo esto no pecó Job con sus labios” (Job 1:20-22; 2:8-10).
¿Cómo pudieron los apóstoles evitar también el resentimiento y amargura hacia aquellos que los azotaban y los perseguían por causa de Cristo? Porque ellos habían comprendido también que Dios es soberano y que tiene todas las cosas bajo su control. Esta verdad fue la que Pedro puso claramente de manifiesto en su oración a Dios pidiendo por fortaleza para seguir predicando el evangelio con denuedo:
“Y puestos en libertad, vinieron a los suyos y contaron todo lo que los principales sacerdotes y los ancianos les habían dicho. Y ellos, habiéndolo oído, alzaron unánimes la voz a Dios, y dijeron: Soberano Señor, tú eres el Dios que hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay; que por boca de David tu siervo dijiste: ¿Por qué se amotinan las gentes, Y los pueblos piensan cosas vanas? Se reunieron los reyes de la tierra, Y los príncipes se juntaron en uno contra el Señor, y contra su Cristo. Porque verdaderamente se unieron en esta ciudad contra tu santo Hijo Jesús, a quien ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y el pueblo de Israel, para hacer cuanto tu mano y tu consejo habían antes determinado que sucediera. Y ahora, Señor, mira sus amenazas, y concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra, mientras extiendes tu mano para que se hagan sanidades y señales y prodigios mediante el nombre de tu santo Hijo Jesús”. (Hechos 4:23-30).
Comparado con los que los apóstoles y muchos creyentes a lo largo de la historia han sufrido, lo que nosotros nos encontramos experimentando es relativamente insignificante. ¿Cómo pues podemos evitar el afán y la ansiedad en medio de la crisis económica y mantener nuestro gozo aún cuando tal vez hemos perdido nuestro trabajo y nos encontremos a punto de perder incluso nuestra casa? La respuesta es la misma que tuvieron todos los creyentes que se han sostenido como viendo al invisible: Por medio de confiar en el cuidado del Padre. Por medio de fortalecer nuestra confianza en la soberanía de Dios. Por medio de una confianza inquebrantable en estar seguros de que pase lo que pase, Dios tiene todas las cosas bajo control y nada puede escaparse de su cuidado providencial.
Si alguien de nosotros recibiera una carta personal de parte de Barack Obama o de Bill Gates diciéndonos que ellos se van a encargar de proveer cada una de nuestras necesidades económicas y que nos han depositado 5 millones de dólares en una cuenta especial, ¿Cómo reaccionaríamos ante estas buenas noticias? Posiblemente al principio no lo creeríamos. Pero la verdad es que hay alguien que es mucho más rico y poderoso que cualquiera de los millonarios de este mundo y que El nos ha prometido cuidar de nosotros y de proveer para cada una de nuestras necesidades.
No podemos saber con exactitud el porqué Dios se encuentra permitiendo esta crisis que está azotando a muchos países a nivel mundial. Pero lo que sí sabemos es que cualesquiera que sean las razones, Dios sigue teniendo todas las cosas bajo control y todavía se encuentra obrando para nuestro propio bien, tal como Pablo nos lo dice de manera hermosa:
“Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados". (Romanos 8:28)
Daviel D’Paz
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