Monday, June 8, 2009

Aprendiendo a confiar en Dios en tiempos de crisis económica (1ª Parte)






Muchos creen que nos encontramos viviendo en medio de una crisis económica sin precedentes. Algunos más, creen que esta crisis es mucho más fuerte que la crisis que los Estados Unidos experimentó en la década de los 30’s. Y hay otros que creen que esta crisis puede conducir a lo que se conoce como “el fin del mundo” y a los acontecimientos que finalmente conducirán a lo que muchos cristianos llaman “la gran tribulación”. Muchos se imaginan que el escenario está siendo preparado para que “el anticristo” tome el control del mundo. Y hay cristianos que hasta han inventado algunas teorías conspiratoriales altamente especulativas respecto a la situación en la que nos encontramos viviendo. Pero la verdad es que tales teorías son solo eso: teorías altamente especulativas.

Lo que sí podemos saber con seguridad es que esta crisis ha estado afectando a miles, quizás millones de personas en todo el mundo. Pero esta situación no es única, pues a lo largo de la historia ha habido severas crisis económicas que han traído como resultado hambre, destrucción y muerte. La Biblia desde sus mismos inicios nos habla de estas crisis que han azotado a distintas naciones y ni aún los siervos de Dios han sido librados de ellas:

“Hubo entonces hambre en la tierra, y descendió Abram a Egipto para morar allá; porque era grande el hambre en la tierra” (Gen. 12:10).

“Después hubo hambre en la tierra, además de la primera hambre que hubo en los días de Abraham; y se fue Isaac a Abimelec rey de los filisteos, en Gerar” (Gen. 26:1).

“Y tras ellos seguirán siete años de hambre; y toda la abundancia será olvidada en la tierra de Egipto, y el hambre consumirá la tierra. 31 Y aquella abundancia no se echará de ver, a causa del hambre siguiente la cual será gravísima… Y el hambre estaba por toda la extensión del país. Entonces abrió José todo granero donde había, y vendía a los egipcios; porque había crecido el hambre en la tierra de Egipto. 57 Y de toda la tierra venían a Egipto para comprar de José, porque por toda la tierra había crecido el hambre. (Gen. 41:30,31, 56,57).

Podemos ver que las hambrunas debido a la escasez, siempre ha sido un peligro latente desde los mismos inicios de la historia humana. Aún en los tiempos de Cristo los problemas económicos y la escasez eran una realidad de todos los días. Cristo anduvo sobre esta tierra y aunque era el Dios manifestado en carne y tenía todo el poder y autoridad, aún así, no resolvió todos los problemas del ser humano –incluido el problema del hambre y la escasez económica-. Aunque Jesucristo era el Dios que había creado el universo, aun así, no le plació acabar con los problemas y el sufrimiento físico que agobian al ser humano en un mismo instante y de una vez por todas. El rehusó arreglar los problemas económicos y legales de las personas que vivían en ese tiempo:

“Le dijo uno de la multitud: Maestro, di a mi hermano que parta conmigo la herencia. 14 Mas él le dijo: Hombre, ¿quién me ha puesto sobre vosotros como juez o partidor? 15 Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee” (Lucas 12:13-15).

Aunque Cristo sanó a muchos enfermos, podemos darnos cuenta que no sanó a TODOS los que estaban enfermos. Aunque resucitó a muchos muertos, no resucitó a todos los que morían diariamente. No resolvió todos y cada uno de los problemas de los habitantes de Israel, aún cuando bien podía hacerlo. Esto debería mostrarnos de una vez por todas que aquellos que dicen que no es la voluntad de Dios que suframos o que tengamos escasez económica, no son fieles a lo que las Escrituras nos enseñan de manera muy clara y consistente.

Es importante entender que Dios tiene propósitos que muchas veces nosotros no alcanzamos a comprender. La palabra de Dios nos habla de dos verdades que siempre debemos tener en cuenta para no desanimarnos cuando nos llegan los problemas. La primera verdad es que DIOS ES SOBERANO y la segunda verdad es que el HOMBRE ES RESPONSABLE. Estas son dos verdades que van de la mano a través de todas las Escrituras. Dios es soberano, pero nosotros somos también responsables por nuestras propias acciones y decisiones.

Una de las razones por las que nosotros a veces no estamos dispuestos a aceptar los problemas y el sufrimiento como parte de los planes de Dios, es porque creemos ya sea conciente o inconscientemente que Dios nos debe algo. Si nosotros creemos que Dios se encuentra obligado a darnos siempre bendiciones materiales y económicas, siempre estaremos reclamándole a Dios cuando no vemos que recibimos tales cosas. Creo que las personas que más decepcionadas quedan del cristianismo en los tiempos de crisis económica, son aquellos que se les ha enseñado que Dios no desea que ninguno de sus hijos viva en pobreza económica, porque la pobreza económica –según ellos- es una señal de la desaprobación visible de Dios.

Esas personas son las quedan más decepcionadas del evangelio cuando les llega la crisis económica y llegan hasta a perder todo lo que tienen. Muchos hasta pueden decir: “Siempre me han dicho desde el púlpito que Dios desea mi prosperidad económica, pero veo todo lo contrario pues ya perdí no solo mi trabajo, sino también mi casa y hasta mi auto”. Esas personas son las más propensas a negar la fe –una fe que nunca tuvieron-. Es obvio que tales personas en realidad nunca tuvieron una fe verdadera, pues se demostró que esa fe era una fe superficial que se encontraba fundada únicamente en ciertos intereses personales. Los motivos para servir a Cristo no eran los correctos. Personalmente creo que una de las bendiciones que producen las crisis económicas o de cualquier otra índole, es que depuran a la iglesia de los meros profesantes.

¿Cómo podemos nosotros mantenernos confiando en Dios aún en medio de los problemas difíciles y la crisis económica por la que nos encontramos pasando?

Estas preguntas las estaré abordando en el próximo artículo.

Daviel D’Paz

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