Creo que más de un cristiano evangélico se preguntará qué es a lo que nos referimos los cristianos calvinistas cuando usamos la palabra “ARMINIANOS”. Tal vez muchos piensen que esta palabra se refiere a los cristianos de un país llamado ARMENIA y que por lo tanto, no tiene nada que ver con nosotros los cristianos de habla hispana. Bueno, quiero decirles que esto no es así en lo absoluto.
Esta palabra se refiere a todo aquel que se identifica (ya sea que esté conciente o no), con los postulados teológicos de un personaje llamado Jacobo Arminio. Todo creyente que se identifica con esta línea de pensamiento, tiene un concepto de la salvación más centrado en el hombre. Es decir, para el cristiano Arminiano la salvación no es SOLO de Dios de principio a fin. La esencia del sistema Arminiano es que si yo hago mi parte, entonces Dios puede hacer la suya.
El sistema Arminiano es un sistema Sinergista por excelencia. Es decir, es un sistema en donde se requiere la COOPERACION de dos personas o fuerzas para generar algo. En el concepto Arminiano no hay lugar para que Dios sea el que decida QUIENES son los que se van a salvar. Para ellos, es el hombre ultimadamente el que elige salvarse a sí mismo. Es un sistema en donde reina la voluntad del hombre y en donde es el hombre quien tiene la ultima palabra para salvarse o condenarse. Es por eso que el arminianismo como sistema teológico es y ha sido muy deficiente desde sus mismos inicios.
¿Por qué razón? Porque la Biblia claramente nos dice que Dios es soberano y que no hay quien frustre Su voluntad. Dios es el que escoge y el que decide. La Biblia nos enseña sin ambigüedades que la voluntad de la criatura está sujeta a la voluntad del Creador. Escuchemos el testimonio de un rey muy arrogante (¿tal vez era Arminiano y se volvió calvinista?) que creía que era su propia voluntad la que realmente contaba:
“Al cabo de doce meses, paseando en el palacio real de Babilonia, habló el rey y dijo: ¿No es esta la gran Babilonia que yo edifiqué para casa real con la fuerza de mi poder, y para gloria de mi majestad? Aun estaba la palabra en la boca del rey, cuando vino una voz del cielo: A ti se te dice, rey Nabucodonosor: El reino ha sido quitado de ti….Mas al fin del tiempo yo Nabucodonosor alce mis ojos al cielo, y mi razón me fue devuelta; y bendije al Altísimo, y alabé y glorifiqué al que vive para siempre, cuyo dominio es sempiterno, y su reino por todas las edades. Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y él hace según su voluntad en el ejercito del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces?” (Daniel 4:29-31, 34, 35).
Tal parece que este tema ha despertado interés y ha generado otros pensamientos más sobre el mismo. A continuación pongo a disposición de todos, una carta que recibí de un querido hermano el cual amplía un poco más este tema:
Pareciera mentira que haya cristianos que emulen hoy día, a los de la antigua Galacia, con la prédica de un evangelio “homo céntrico”, (es decir, centrado en el hombre), con el cual desplazan a Cristo del centro del Plan redentor y reducen a la persona del Salvador y Señor al rol de un mero regalo que puede ser aceptado o rechazado. Pero el colmo de todo esto, es que monten un negocio editorial para sostener sus erróneas prédicas.
Es como si los arminianos de hoy le dijesen al Apóstol Pablo: “Gracias por tu esfuerzo hermano Pablo, pero lamentamos ver que te hayas quedado apasionadamente atrapado en tu limitadora idea de la predestinación. Por el contrario, gracias a nuestra verdadera interpretación de los textos que así lo afirman, hemos avanzado y somos nosotros quienes predicamos el verdadero evangelio. Dios no es cruel, eligiendo a unos y rechazando a otros. Pablo, Él es un perfecto caballero que nunca obliga al pecador para que sea salvo; por el contrario, lo invita amablemente, le expone con claridad la opción de aceptar o rechazar a Cristo y –como demócrata digno de la mejor Grecia- Él cumple a rajatabla lo que el pecador libremente decide. Por eso le ha dado el libre albedrío, para elegir sin condicionamientos qué hacer de su propia vida, ¿entiendes amado Pablo?”
Es interesante, Daviel, el giro que John Piper le da a su escrito con el “más” al enfoque calvinista. Creo que demuestra con ello lo concretamente limitativo del enfoque Arminiano; paradójicamente tan atractivo por su aparente amplia oferta. Pero la verdad es que no hay tal amplitud, ni hay tal oferta. Cuando el Arminiano habla de que Dios no tiene favoritos, cita sin pensarlo dos veces a Pedro cuando afirma: “Dios no hace acepción de personas,” (Hechos 10:34), lo que luego es repetido por Pablo en sus cartas a Romanos, Gálatas, Efesios y Colosenses. Y lo citan para apoyar su oferta; cuando, en realidad, esconden la exégesis que revela la universalidad del pecado, nuestra destitución de la gloria de Dios y la situación de “muertos espiritualmente” en la que hemos nacido todos los seres humanos. Y, a pesar de que los muertos no pueden elegir, ni decidir sobre su futuro, hay países en Latinoamérica donde “los muertos votan” todavía. Creo oportuno citar aquí a Gustavo A. Bequer, quien escribiera: "No son muertos los que en dulce calma la paz disfrutan de la tumba fría, muertos son los que tienen muerta el alma y viven todavía."
Ese positivo “más” despertó en mí el “antes”. No existe un más, sin un antes. Necesitamos algo antes para poder agregar más. A cero se le puede sumar todo, pero ese “más” no se incrementa en nada, porque el cero aquí es neutral. ¿Qué hay “antes” de un “más”? Hay algo que puede ser positivo o negativo. Si lo que hay antes es positivo, entonces el “más” se incrementa, suma y adiciona. Si lo que hay antes es negativo, entonces el “más” lejos de sumar, resta, o se convierte en un más disminuido.
Para el consejo divino, tal como lo afirmó Calvino, el “antes” de la salvación del pecador está en la Soberanía de Dios. Por la cual ya había un plan para salvar al pecador antes aún de que la pareja humana creada por Dios cayese en desobediencia a los pies del Engañador, e infectase en el acto a toda la Humanidad con el pecado. En el perfecto Plan divino, aún antes del primer caso de arrepentimiento ya había provisión para la remisión del pecado. Este es el antes de la Gracia que hace positiva toda suma en el Espíritu santificador.
En oposición a lo dicho, el arminiano es tan entusiasta predicador del evangelio de las ofertas, que minimiza el problema del mal, del pecado y de la depravación, a las que considera simples exageraciones calvinistas, pero nunca doctrinas bíblicas. Para el arminiano todo eso es secundario frente al amor de Dios, por el cual si por Él fuese, todos serían salvos. En ese enfoque, incomprensiblemente le resta importancia al pecado, a Satanás, al engaño, a la tentación, al sistema mundano y a la carnalidad. Minimiza la existencia de los hijos de perdición, los obradores de iniquidad y de que todos hemos sido igualmente condenados a causa de nuestra herencia y obrar pecaminosos, y pretende sumarle al amor de Dios (como si no fuese de por sí inconmensurable) al exigirle una salvación universal basada en el libre albedrío. Despoja a Dios de Su prerrogativa de elegir a quien El quiere y se le exige que muestre gracia y misericordia a todos los pecadores (pasando por alto la verdad bíblica de que lo único que merecemos es la condenación eterna). El arminiano le exige a Dios que respete estrictamente la ética democrática del hombre.
La Biblia enseña que, mucho antes de que Satanás engañase al ser humano –cosa que hoy sigue todavía haciendo- Dios ya había elegido a quienes se convertirían en la novia de Su Hijo: la iglesia. Gente apartada para Dios como antes lo hizo con el Israel terrenal. Novia que, cuando Dios de la orden, se convertirá en la esposa del Cordero que espera ansiosamente la llegada del Novio. Por eso Pablo, escribiendo a los efesios (4:21-33) sobre los deberes conyugales, les recuerda a los esposos quién es su modelo perfecto: Cristo, el cual “es cabeza y salvador de la iglesia” porque él “amó a la iglesia y se entregó por ella para hacerla santa” (NVI).
El escrito de John Piper dice lo que afirma el Evangelio de Cristo. Los arminianos injustificadamente rehúsan predicar sobre lo que Dios hizo antes de la Creación por su sola Gracia, cuyo resultado es que sus escogidos experimenten la obra del Espíritu, que nazcan espiritualmente, que reciban fe para creer en Jesucristo por la sola Escritura y sean librados de las garras del pecado, y transformados a la imagen gloriosa de su Hijo, por medio de la obra santificadora del Espíritu Santo. Todo ello para la total y única gloria de Aquél que nos creó y redimió por el puro afecto de Su voluntad.
Sammy
Vivir en Misión
Esta palabra se refiere a todo aquel que se identifica (ya sea que esté conciente o no), con los postulados teológicos de un personaje llamado Jacobo Arminio. Todo creyente que se identifica con esta línea de pensamiento, tiene un concepto de la salvación más centrado en el hombre. Es decir, para el cristiano Arminiano la salvación no es SOLO de Dios de principio a fin. La esencia del sistema Arminiano es que si yo hago mi parte, entonces Dios puede hacer la suya.
El sistema Arminiano es un sistema Sinergista por excelencia. Es decir, es un sistema en donde se requiere la COOPERACION de dos personas o fuerzas para generar algo. En el concepto Arminiano no hay lugar para que Dios sea el que decida QUIENES son los que se van a salvar. Para ellos, es el hombre ultimadamente el que elige salvarse a sí mismo. Es un sistema en donde reina la voluntad del hombre y en donde es el hombre quien tiene la ultima palabra para salvarse o condenarse. Es por eso que el arminianismo como sistema teológico es y ha sido muy deficiente desde sus mismos inicios.
¿Por qué razón? Porque la Biblia claramente nos dice que Dios es soberano y que no hay quien frustre Su voluntad. Dios es el que escoge y el que decide. La Biblia nos enseña sin ambigüedades que la voluntad de la criatura está sujeta a la voluntad del Creador. Escuchemos el testimonio de un rey muy arrogante (¿tal vez era Arminiano y se volvió calvinista?) que creía que era su propia voluntad la que realmente contaba:
“Al cabo de doce meses, paseando en el palacio real de Babilonia, habló el rey y dijo: ¿No es esta la gran Babilonia que yo edifiqué para casa real con la fuerza de mi poder, y para gloria de mi majestad? Aun estaba la palabra en la boca del rey, cuando vino una voz del cielo: A ti se te dice, rey Nabucodonosor: El reino ha sido quitado de ti….Mas al fin del tiempo yo Nabucodonosor alce mis ojos al cielo, y mi razón me fue devuelta; y bendije al Altísimo, y alabé y glorifiqué al que vive para siempre, cuyo dominio es sempiterno, y su reino por todas las edades. Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y él hace según su voluntad en el ejercito del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces?” (Daniel 4:29-31, 34, 35).
Tal parece que este tema ha despertado interés y ha generado otros pensamientos más sobre el mismo. A continuación pongo a disposición de todos, una carta que recibí de un querido hermano el cual amplía un poco más este tema:
Pareciera mentira que haya cristianos que emulen hoy día, a los de la antigua Galacia, con la prédica de un evangelio “homo céntrico”, (es decir, centrado en el hombre), con el cual desplazan a Cristo del centro del Plan redentor y reducen a la persona del Salvador y Señor al rol de un mero regalo que puede ser aceptado o rechazado. Pero el colmo de todo esto, es que monten un negocio editorial para sostener sus erróneas prédicas.
Es como si los arminianos de hoy le dijesen al Apóstol Pablo: “Gracias por tu esfuerzo hermano Pablo, pero lamentamos ver que te hayas quedado apasionadamente atrapado en tu limitadora idea de la predestinación. Por el contrario, gracias a nuestra verdadera interpretación de los textos que así lo afirman, hemos avanzado y somos nosotros quienes predicamos el verdadero evangelio. Dios no es cruel, eligiendo a unos y rechazando a otros. Pablo, Él es un perfecto caballero que nunca obliga al pecador para que sea salvo; por el contrario, lo invita amablemente, le expone con claridad la opción de aceptar o rechazar a Cristo y –como demócrata digno de la mejor Grecia- Él cumple a rajatabla lo que el pecador libremente decide. Por eso le ha dado el libre albedrío, para elegir sin condicionamientos qué hacer de su propia vida, ¿entiendes amado Pablo?”
Es interesante, Daviel, el giro que John Piper le da a su escrito con el “más” al enfoque calvinista. Creo que demuestra con ello lo concretamente limitativo del enfoque Arminiano; paradójicamente tan atractivo por su aparente amplia oferta. Pero la verdad es que no hay tal amplitud, ni hay tal oferta. Cuando el Arminiano habla de que Dios no tiene favoritos, cita sin pensarlo dos veces a Pedro cuando afirma: “Dios no hace acepción de personas,” (Hechos 10:34), lo que luego es repetido por Pablo en sus cartas a Romanos, Gálatas, Efesios y Colosenses. Y lo citan para apoyar su oferta; cuando, en realidad, esconden la exégesis que revela la universalidad del pecado, nuestra destitución de la gloria de Dios y la situación de “muertos espiritualmente” en la que hemos nacido todos los seres humanos. Y, a pesar de que los muertos no pueden elegir, ni decidir sobre su futuro, hay países en Latinoamérica donde “los muertos votan” todavía. Creo oportuno citar aquí a Gustavo A. Bequer, quien escribiera: "No son muertos los que en dulce calma la paz disfrutan de la tumba fría, muertos son los que tienen muerta el alma y viven todavía."
Ese positivo “más” despertó en mí el “antes”. No existe un más, sin un antes. Necesitamos algo antes para poder agregar más. A cero se le puede sumar todo, pero ese “más” no se incrementa en nada, porque el cero aquí es neutral. ¿Qué hay “antes” de un “más”? Hay algo que puede ser positivo o negativo. Si lo que hay antes es positivo, entonces el “más” se incrementa, suma y adiciona. Si lo que hay antes es negativo, entonces el “más” lejos de sumar, resta, o se convierte en un más disminuido.
Para el consejo divino, tal como lo afirmó Calvino, el “antes” de la salvación del pecador está en la Soberanía de Dios. Por la cual ya había un plan para salvar al pecador antes aún de que la pareja humana creada por Dios cayese en desobediencia a los pies del Engañador, e infectase en el acto a toda la Humanidad con el pecado. En el perfecto Plan divino, aún antes del primer caso de arrepentimiento ya había provisión para la remisión del pecado. Este es el antes de la Gracia que hace positiva toda suma en el Espíritu santificador.
En oposición a lo dicho, el arminiano es tan entusiasta predicador del evangelio de las ofertas, que minimiza el problema del mal, del pecado y de la depravación, a las que considera simples exageraciones calvinistas, pero nunca doctrinas bíblicas. Para el arminiano todo eso es secundario frente al amor de Dios, por el cual si por Él fuese, todos serían salvos. En ese enfoque, incomprensiblemente le resta importancia al pecado, a Satanás, al engaño, a la tentación, al sistema mundano y a la carnalidad. Minimiza la existencia de los hijos de perdición, los obradores de iniquidad y de que todos hemos sido igualmente condenados a causa de nuestra herencia y obrar pecaminosos, y pretende sumarle al amor de Dios (como si no fuese de por sí inconmensurable) al exigirle una salvación universal basada en el libre albedrío. Despoja a Dios de Su prerrogativa de elegir a quien El quiere y se le exige que muestre gracia y misericordia a todos los pecadores (pasando por alto la verdad bíblica de que lo único que merecemos es la condenación eterna). El arminiano le exige a Dios que respete estrictamente la ética democrática del hombre.
La Biblia enseña que, mucho antes de que Satanás engañase al ser humano –cosa que hoy sigue todavía haciendo- Dios ya había elegido a quienes se convertirían en la novia de Su Hijo: la iglesia. Gente apartada para Dios como antes lo hizo con el Israel terrenal. Novia que, cuando Dios de la orden, se convertirá en la esposa del Cordero que espera ansiosamente la llegada del Novio. Por eso Pablo, escribiendo a los efesios (4:21-33) sobre los deberes conyugales, les recuerda a los esposos quién es su modelo perfecto: Cristo, el cual “es cabeza y salvador de la iglesia” porque él “amó a la iglesia y se entregó por ella para hacerla santa” (NVI).
El escrito de John Piper dice lo que afirma el Evangelio de Cristo. Los arminianos injustificadamente rehúsan predicar sobre lo que Dios hizo antes de la Creación por su sola Gracia, cuyo resultado es que sus escogidos experimenten la obra del Espíritu, que nazcan espiritualmente, que reciban fe para creer en Jesucristo por la sola Escritura y sean librados de las garras del pecado, y transformados a la imagen gloriosa de su Hijo, por medio de la obra santificadora del Espíritu Santo. Todo ello para la total y única gloria de Aquél que nos creó y redimió por el puro afecto de Su voluntad.
Sammy
Vivir en Misión
3 comments:
Amados hermanos en Jesucristo.
Gracias por la enseñanza, muy edificante.
Podrían exponer el tema de "si la salvación se pierde o no", creo que este tema(a expensas de que me corrigan e instruyan como siempre lo hacen con la PALABRA de VERDAD)el primero en tratarlo fué Jacobo Arminio.
Sería para mucho pueblo de Dios de bastante ayuda el tener la PALABRA expositiva sobre este tema al respecto y tratar aquellos versículos que toman muchas iglesias y pastores para sustentar que se pierde la salvación.
Muchas iglesias enseñan que la salvación es 99% DIOS y 1% el hombre, que la salvación la tengo que cuidar, que le tengo que añadir mis obras a la salvación, que despues de recibir a Cristo depende de mi el que la pierda o la conserve, etc. etc.
Este tema ha sido de mucha controversia precisamente por carecer de un estudio hermenéutico y bíblico tomando como siempre muchos versículos aisladamente y sacados de contexto.
Gracias por atender la carta de este aprendiz de siervo inútil.
Jesucristo les de más revelación y sabuduria
Jaime Vázquez
jaimevazquezm@gmail.com
querido hermano, el arminianismo o el calvinismo en definitiva, lo que sostienen es casi lo mismo, pues yo considero que la autoridad y la predestinación de Dios respecto de la salvación del hombre es lo mismo, si aceptamos ser salvos lo seremos en Cristo Jesús, como la palabra lo sostiene, y en nuestra determinación está implícita la voluntad soberana de Dios respecto de nuestro destino y salvación, o acaso somos como Dios para saber lo que El se propone respecto de nosotros???
quiero hacer claro el que nuestro amado pablo no se contradice en la palabra, pues el sostiene que por fe en Cristo somos salvos y que Dios pone en nuestros corazones asi el hacer como el querer, y en última instancia somos nosotros los que obramos por nuestra decisión o libre albedrío en pro o en contra de esto. Cristo murió por toda la humanidad, sean estos libres o esclavos, no menciona otra condición ni raza, asi que, todo el mundo humano de nuestro planeta tierra y las generaciones por venir tienen la posibilidad de ser salvos por la entrega de Jesucristo en la cruz y por su sangre redentora derramada en la misma. esta es mi humilde posición respecto de lo hablado. espero poder ser salvo, siempre que mantenga mi santidad y viva mi vida como si fuera el último dia de la misma.
que DIOS lo bendiga grandemente, querido hermano
hola, quería decir que mi intención no fue el hacer el comentario y permanecer anónimo... soy miguel angel gomez, msn: mazemog@hotmail.com
bendiciones.
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