Hay muchas personas que viven engañándose a sí mismas creyendo que van al cielo, cuando en realidad van rumbo al infierno. Una de las razones para ese engaño, es que han pensado que debido a que hicieron una “decisión” por Jesucristo, tienen ahora asegurado un boleto que les concede la entrada al cielo sin importar el estilo de vida que lleven. Para poder justificar esta atrocidad espiritual, se han inventado una nueva doctrina la cual no solo carece de apoyo bíblico, sino que además es la responsable de enviar a millones de personas a la condenación eterna y es “la doctrina del cristiano carnal”.
Esta enseñanza afirma que una persona puede ser verdaderamente salva y todavía seguir viviendo en su antiguo estilo de vida. No es pues de sorprendernos que veamos a muchas personas que se dicen ser cristianas, vivir peor que los incrédulos. ¿Cuál es la razón? Porque no han comprendido lo que es la verdadera salvación, como tampoco han comprendido cuales son las evidencias que acompañan a la salvación. La Biblia nos dice que Dios es el que salva y salva completamente. Pero también dice que el que es verdaderamente salvo, vive apartado de la iniquidad:
“Pero el fundamento de Dios está firme, teniendo este sello: Conoce el Señor a los que son suyos; y: Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo” (2Timoteo 2:19)
La enseñanza del “cristiano carnal” es una distorsión de lo que enseña la Biblia respecto a la conducta del verdadero creyente. El creyente que es verdaderamente salvo, persevera en obediencia al Señor. No es que sea perfecto, ni que ya no peque, sino que vive una vida de arrepentimiento constante. Cuando peca, se duele y se humilla delante del Señor pidiéndole perdón y fortaleza en sus debilidades. Una de las evidencias de la salvación, es que existe un crecimiento hacia la santificación.
Pero todo aquel que dice ser cristiano y no se duele ni se quebranta cuando peca, sino que se jacta de que todavía es salvo aunque viva carnalmente, no solo está contradiciendo las enseñanzas de las Escrituras sino que también se está engañando a sí mismo, creyendo que va rumbo al cielo cuando en realidad va caminando rumbo al infierno. Jesucristo enseñó sobre esta terrible realidad cuando habló de la puerta estrecha y de la puerta ancha; del camino espacioso y del camino angosto en Mateo 7:13,14:
“Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan”.
Pienso que una de las razones por las que Jesucristo hizo esta solemne advertencia, es porque tanto la puerta estrecha como la puerta ancha, ambas tienen un letrero en la parte superior que dice “El que entre por esta puerta llegará al Cielo”. Pero la realidad es que solo una puerta es la que conduce al cielo; la otra solo conduce al infierno.
La pregunta que surge en estos momentos nos es si ya has entrado por la puerta. Más bien, la pregunta sería: ¿Por cual puerta has entrado? Y, ¿Por cual camino estás caminando? Puede ser que hayas entrado por la puerta ancha y te encuentres caminando por el camino espacioso que te conduce a la condenación eterna. Y sin percatarte de esto, vas cantando alegremente por el camino ancho creyendo que vas al rumbo al cielo, cuando en realidad vas rumbo al infierno.
La seria exhortación del apóstol Pablo es tan importante para nosotros el día de hoy, como lo fue en el primer siglo para los creyentes de Corinto:
“Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados?” (2Corintios 13:5).
Daviel D’Paz
Esta enseñanza afirma que una persona puede ser verdaderamente salva y todavía seguir viviendo en su antiguo estilo de vida. No es pues de sorprendernos que veamos a muchas personas que se dicen ser cristianas, vivir peor que los incrédulos. ¿Cuál es la razón? Porque no han comprendido lo que es la verdadera salvación, como tampoco han comprendido cuales son las evidencias que acompañan a la salvación. La Biblia nos dice que Dios es el que salva y salva completamente. Pero también dice que el que es verdaderamente salvo, vive apartado de la iniquidad:
“Pero el fundamento de Dios está firme, teniendo este sello: Conoce el Señor a los que son suyos; y: Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo” (2Timoteo 2:19)
La enseñanza del “cristiano carnal” es una distorsión de lo que enseña la Biblia respecto a la conducta del verdadero creyente. El creyente que es verdaderamente salvo, persevera en obediencia al Señor. No es que sea perfecto, ni que ya no peque, sino que vive una vida de arrepentimiento constante. Cuando peca, se duele y se humilla delante del Señor pidiéndole perdón y fortaleza en sus debilidades. Una de las evidencias de la salvación, es que existe un crecimiento hacia la santificación.
Pero todo aquel que dice ser cristiano y no se duele ni se quebranta cuando peca, sino que se jacta de que todavía es salvo aunque viva carnalmente, no solo está contradiciendo las enseñanzas de las Escrituras sino que también se está engañando a sí mismo, creyendo que va rumbo al cielo cuando en realidad va caminando rumbo al infierno. Jesucristo enseñó sobre esta terrible realidad cuando habló de la puerta estrecha y de la puerta ancha; del camino espacioso y del camino angosto en Mateo 7:13,14:
“Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan”.
Pienso que una de las razones por las que Jesucristo hizo esta solemne advertencia, es porque tanto la puerta estrecha como la puerta ancha, ambas tienen un letrero en la parte superior que dice “El que entre por esta puerta llegará al Cielo”. Pero la realidad es que solo una puerta es la que conduce al cielo; la otra solo conduce al infierno.
La pregunta que surge en estos momentos nos es si ya has entrado por la puerta. Más bien, la pregunta sería: ¿Por cual puerta has entrado? Y, ¿Por cual camino estás caminando? Puede ser que hayas entrado por la puerta ancha y te encuentres caminando por el camino espacioso que te conduce a la condenación eterna. Y sin percatarte de esto, vas cantando alegremente por el camino ancho creyendo que vas al rumbo al cielo, cuando en realidad vas rumbo al infierno.
La seria exhortación del apóstol Pablo es tan importante para nosotros el día de hoy, como lo fue en el primer siglo para los creyentes de Corinto:
“Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados?” (2Corintios 13:5).
Daviel D’Paz
1 comment:
Una de las evidencias en las cuales podemos ver que realmente vamos caminando en la voluntad de Cristo y su palabra es que cada día vemos y sentimos como se nos va haciendo más estrecho el camino: ya sea estreches por separarnos de amistades que no agradan a Dios, música, pensamientos, manera de hablar, nuestra propia conducta, emociones, como vemos a las mujeres, a los hermanos, a los que no conocen de Cristo. etc.
Gracias por la enseñanza
Dios le bendiga
Jaime Vázquez
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