Wednesday, November 25, 2009

Dos puntos de vista sobre Mateo 24: John MacArthur (4ª Parte)

Una pregunta vital que debe ser abordada antes de profundizar en los detalles específicos del discurso del Monte de los Olivos es la siguiente: si nuestro Señor estaba dando en detalle esta serie de eventos los cuales precederán y señalarán su venida en gloria -si un periodo de siete años de tribulación debe acontecer antes de su regreso a la tierra- entonces, ¿En qué sentido podemos mantener que su venida es inminente? (ver capítulo 2 de este libro).


Las Escrituras sugieren que la segunda venida ocurre en dos etapas –primero el rapto, cuando él venga por los santos y sean arrebatados para encontrarlo en el aire (1 Tes. 4:14-17), y segundo, su regreso a esta tierra, cuando venga con sus santos (Judas 14) para ejecutar juicio en contra de sus enemigos. La semana setenta de Daniel debe caer entre esos dos eventos. Ese es el único escenario que reconcilia la inminente venida de Cristo por sus santos con las señales todavía no cumplidas que anunciarán su venida final y gloriosa con los santos.

En otras palabras, la iglesia entera será removida de la tierra antes de que la tribulación comience. Las Escrituras nos indican que durante la semana setenta de Daniel, el Israel nacional, no la iglesia, será el foco del programa terrenal de Dios. El periodo completo de tribulación es un preludio a la redención nacional mencionada en Romanos 11:26 cuando “todo Israel será salvo, como está escrito: Vendrá de Sión el libertador que apartará de Jacob la impiedad”. El Rapto –la remoción de la iglesia- significa que “la plenitud de los gentiles ha entrado” (v.25). Y el principio de la tribulación marca el comienzo del doloroso proceso por el cual el Israel nacional será injertado de nuevo en el buen olivo (v.24).

Jeremías 30:7 es un texto clave para entender la naturaleza de la tribulación: “¡Ah, Cuan grande es aquel día! Tanto, que no hay otro semejante a él; tiempo de angustia para Jacob; pero de ella será librado” (énfasis en el original). Claramente, el significado de la tribulación pertenece al Israel étnico y nacional, no a la iglesia. En ningún lugar se menciona a la iglesia en ninguna de las descripciones bíblicas sobre la tribulación. De hecho, la descripción del apóstol Juan del cielo presenta a 24 ancianos (Apoc. 4:4). Ellos representan a la iglesia del Nuevo Testamento, “ancianos” (presbuteros en el texto griego) siendo la misma palabra usada para los oficiales en las iglesias. Los eventos asociados con la tribulación en Apocalipsis ni siquiera inician sino hasta el capítulo 6, después de que esos 24 ancianos fueron vistos en el cielo.

Alguien puede hacer notar que uno de los temas recurrentes en las profecías sobre la tribulación a través de todas las Escrituras, es que los creyentes quienes vivan en esa era, serán severamente perseguidos debido a su fe. Así que, si la iglesia es llevada al cielo antes de la tribulación, ¿De donde salen estos creyentes? La respuesta obvia es que ellos son creyentes que vienen a la fe después del rapto.

El rapto es de hecho inminente; puede ocurrir en cualquier momento. La segunda etapa de la venida de Cristo –su venida en gloria con los santos- es el evento al que apuntan todas las señales y advertencias del discurso en el Monte de los Olivos.

Algunos han preguntado del porqué el Señor advertiría a las personas durante el tiempo del Nuevo Testamento tal como lo hace en este mensaje, cuando él sabía que ellos nunca vivirían para experimentar estas señales terribles. De hecho, ¿Para qué incluir esto en el recuento de los evangelios en donde ha servido como una advertencia para la iglesia en cada generación? Pero una pregunta similar podría ser hecha acerca de la profecía de Isaías y de sus advertencias respecto a la cautividad babilónica (Isa. 39:6,7), la cual no ocurrió hasta que todas las personas de la generación de Isaías habían muerto. El mensaje es dado para advertir a todos acerca de las consecuencias del pecado –y quedará como una advertencia específica para aquellos que experimenten tan terrible juicio.

Traducido por: Daviel D’Paz

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