Tuesday, October 6, 2009

Dos puntos de vista sobre Mateo 24: John MacArthur vs. Kenneth Gentry (3ª Parte)


LAS PROMESAS PROFETICAS DEL MESIAS

Independientemente de que lo hayan comprendido o no, los discípulos se encontraban haciendo múltiples preguntas en Mateo 24:3 “¿Cuándo serán estas cosas…?”, se refiere a la destrucción del templo y a los eventos que acompañarían dicha catástrofe, “¿…y qué señal habrá de tu venida y del fin del siglo?” aborda un tema escatológico de más largo alcance –la pregunta de cómo la venida victoriosa de Cristo como el Mesías de Israel encaja dentro de todo el programa profético.

Como veremos en capítulos posteriores, las respuestas de Jesús por ningún motivo borraron todo el misterio de esas preguntas. La interpretación del discurso del Monte de los Olivos no es fácil de realizar. La historia registra que la destrucción literal del templo tuvo lugar en el año 70 d.C., cuando los ejércitos romanos bajo el mando de Tito dejaron desolada a la ciudad de Jerusalén. Los romanos atacaron al templo en particular, prendiendo fuego a las principales estructuras del templo las cuales se calentaron tanto, que las piedras del edificio se derrumbaron. Entonces removieron los escombros para poder extraer los metales preciosos y las gemas y el resto lo esparcieron en los valles de alrededor. Así que las palabras de Jesús respecto a la destrucción del templo, se cumplieron al pie de la letra. Ni una sola piedra quedó sobre otra piedra. Josefo dice que cuando el ejército romano terminó la tarea, el área del templo se veía como un desierto que nunca había sido habitado.

Muchas de las predicciones de Jesús acerca de la persecución y la aflicción parecen anticipar ese tiempo con una exactitud peculiar. Pero un examen más cercano a todo el discurso, revela que los aspectos más importantes de su profecía no se cumplieron con la destrucción de Jerusalén en el año 70. Estos elementos no cumplidos, incluyen su propia venida y la reunión de los escogidos descrita en los versículos 30 y 31 “Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria. Y enviará sus Ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro”.

Nótese, además, que la gran tribulación que Cristo describió envuelve cataclismos y sufrimientos en una escala global y cósmica (vs.29,30) –no un holocausto local en Jerusalén solamente. Además, él expresamente predijo un tiempo de sufrimiento y miseria que sería único en toda la historia humana (v.21) –no como la destrucción de Jerusalén en el año 70, la cual, aunque significó una aflicción severa, sufrimiento y muerte para muchas personas en ese tiempo, ha sido superada por montones de calamidades y holocaustos mucho peores que tuvieron lugar en los siglos posteriores –incluyendo las ejecuciones sistemáticas de millones de judíos por parte de Hitler y Stalin en el siglo XX. La destrucción de Jerusalén fue, es verdad, un gran desastre, pero en ningún sentido puede decirse con exactitud que su destrucción por parte de los romanos cumplió la profecía de una “gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá” (v.21). Por lo tanto, aspectos importantes del discurso de Jesús claramente se espera su cumplimiento en el futuro.

La única conclusión razonable, es que las profecías de Jesús en Mateo 24 son como las profecías mesiánicas del Antiguo Testamento, las cuales hablan en un mismo versículo de eventos cercanos y lejanos en un mismo contexto. De hecho, tal conclusión parece ser inevitable si deseamos prevenir el error de aquellos que niegan el regreso corporal de Cristo. Después de todo, la destrucción del templo predicha en el v. 2 fue cumplida por el ejército romano en el año 70 d.C., pero las señales cósmicas que acompañan el regreso de Cristo descritas en los versículos 29-31 obviamente todavía pertenecen al futuro.

Además, algunas de las palabras de Jesús en el discurso de los Olivos, al igual que otros pasajes proféticos en la Escritura, parecen contener una clase de doble entendimiento escatológico en el cual, una profecía a primera vista parece cumplirse parcial o totalmente por un evento, pero un examen más de cerca revela que un cumplimiento más grande o más preciso, se encuentra todavía en el futuro.

En este mismo contexto, por ejemplo, Cristo menciona “la abominación desoladora, de que habló el profeta Daniel” (v.15). El se estaba refiriendo a Daniel 11:31 “Y se levantarán de su parte tropas que profanarán el santuario y la fortaleza, y quitarán el continuo sacrificio, y pondrán la abominación desoladora”. En su contexto histórico, la profecía de Daniel parece haber sido completamente cumplida por los eventos que tuvieron lugar bajo el reinado de Antioco Epífanes, un rey Seléucida que conquistó Jerusalén en el siglo segundo antes de Cristo, le puso un fin a los sacrificios judíos y profanó el templo al sacrificar una puerca sobre el altar y erigiendo una estatua de Zeus en el lugar santo. Esos eventos precipitaron la revuelta de los Macabeos, que ocurrió más de un siglo antes de Cristo. Pero aquí, claramente habló de “la abominación desoladora” como algo todavía futuro, una abominación que excedería aun la deliberada blasfemia de Antioco Epífanes. La “abominación desoladora” de la que habla Daniel debe referirse por lo tanto, a una abominación mucho mayor que la de Antioco la cual es todavía futura, pero que inicialmente parecía ser su cumplimiento.

De manera similar, las advertencias de Cristo acerca de los falsos Mesías, guerras, rumores de guerras, hambres, pestes y terremotos pudieran parecer predecir lo que ocurrió en una escala limitada durante la destrucción de Jerusalén en el año 70, pero muchas pistas a través de todo este contexto sugieren que el cumplimiento final y preciso de estas profecías todavía tendrán su cumplimiento en el futuro por medio de cataclismo que será mundial en vez de ser local, y que será apocalíptico en vez de meramente histórico.

¿Cuales son esas pistas? Por un lado, la pregunta más importante de los discípulos tenía que ver con “el fin del siglo” (v.3). Jesús mismo había usado la frase en dos de sus parábolas –la parábola de la cizaña (Mateo 13:39), y la parábola de la red (13:49). En ambos lugares El habló del juicio final de los malos. También usó la frase en la promesa que acompañaba su Gran Comisión: “He aquí yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Mateo 28:20). Así que claramente era una referencia al fin de la era escatológica, no meramente de los eventos que conducirían a los últimos días del templo en Jerusalén.

Pero nótese también que las únicas afirmaciones explícitas de Cristo acerca de la destrucción del templo son las que se encuentran registradas en el v.2, en tanto que Jesús y los discípulos se estaban alejando del templo (v.1). En el mismo discurso de los Olivos no hace ninguna clara referencia a los eventos del año 70. Su respuesta entera es una respuesta extendida a la pregunta más importante respecto a las señales de su venida y del fin del siglo. Prácticamente ignorando su pregunta inicial, El no dijo nada respecto a cuando ocurriría la destrucción de Jerusalén. Esto se debe a que esos eventos realmente no pertenecían al fin del siglo. Ellos eran meramente un adelanto de un juicio mayor que acompañaría su propio regreso, escenas vistas de antemano de lo que sucederá en el futuro.

Los Preteristas objetan a esta interpretación del discurso del Monte de los Olivos. Ellos apuntan invariablemente a las palabras de Cristo en el v. 34 (“De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca”). Ellos insisten que esto demuestra que Cristo estaba hablando de eventos que tendrían lugar dentro de los próximos 40 años, lo cual significaría que los eventos del año 70 serían el cumplimientote estas profecías.

Pero si el versículo 34 debe ser entendido con tal literalismo, el resto del discurso debe ser espiritualizado o interpretado figurativamente para poder explicar como todas las profecías de Cristo pudieron ser cumplidas para el año 70 sin su regreso corporal a esta tierra.

Como hemos visto en la introducción de este libro, los hyper-preteristas manejan este dilema por medio de negar tajantemente el regreso corporal de Cristo, la resurrección de los muertos, y otras doctrinas cristianas vitales –todo porque ellos insisten en una interpretación demasiado literal de Mateo 24:34. La mayoría de los Preteristas toman una postura menos extremista evitando así herejías muy serias, pero ellos deben ultimadamente hacerlo por medio de reconocer que las profecías clave en el discurso de los Olivos son todavía futuras. Así que, en esencia, ellos ultimadamente se apartan y anulan el sentido estricto de Mateo 24:34 de todas maneras.

Parece más sensible y consistente, por lo tanto, tomar un acercamiento futurista con respecto al discurso de los Olivos –al interpretar el discurso completo como un cuadro profético de una “generación” [nota del traductor: que seguramente existirá cientos o tal vez miles de años después de que fue dicho el discurso] y de eventos que tendrán lugar mucho después de la destrucción de Jerusalén en el año 70. Estos eventos son los que precederán inmediatamente la venida de Cristo a establecer su reino y por tanto, son eventos que son todavía futuros aún hasta el día de hoy. Ese parece ser el sentido expresado por el pasaje mismo (vs.29-31), y es la interpretación que creo que el texto mismo demanda.

Traducido del inglés por: Daviel D’Paz

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